Hay dos clases de situaciones en la vida: aquellas que se pueden cambiar y aquellas que no se pueden cambiar. Lo inteligente es saber diferenciar unas situaciones de otras y actuar o aceptarlas en consecuencia.
Cuando no se puede cambiar algo, también es necesario pasar a la acción, se considera una acción interna que se llama ACEPTACIÓN. Es un cambio, no de la situación, pero si es un cambio de nosotros mismos, que aún puede ser más difícil, pero sin duda más importante.
La palabra aceptar mentalmente nos conduce a creer que tenemos que estar de acuerdo con lo que está sucediendo, pero en un proceso de cambio y crecimiento personal no tiene nada que ver con eso. Por ejemplo, aceptar que tu jefe tiende a ser más benevolente con los que le caen mejor no significa que te tenga que gustar o que tengas que estar de acuerdo con su proceder.
Con aceptación tampoco me refiero a resignación, rendición, sumisión o cualquier sinónimo que conlleva sufrimiento y frustración, con aceptación me refiero a dejar de luchar contra lo que no puedo cambiar, a dejarlo ir y conseguir liberarme. Cuando eres capaz de contemplar las cosas con ojos nuevos, verás una nueva realidad con millones de posibilidades.
Cuando estamos tensos, decepcionados y desengañados no generamos buenas soluciones, sino respuestas precipitadas, basadas en la desesperación y seguramente equivocadas. No es momento de buscar soluciones, ni de gastar energía que casi no tenemos en rechazar la situación, sino de entender el problema. La parte más importante del problema es la falta de aceptación.
Existen dos fuerzas que anulan cualquier posibilidad de cambio: el rechazo y el apego. Una mente tranquila y serena es una mente brillante, intuitiva y creativa que ha dejado de luchar contra si misma aceptando sus limitaciones como partes suyas.
Como decía Viktor Frankl “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”
Accede a nuestra página de recursos
Encontrarás recursos gratuitos para descargarte.